

De chico tuve la suerte de recorrer muchos restaurantes de la mano de mi padre que disfrutaba mucho comer afuera.
Miles de almuerzos, comidas y muchos análisis de lugares fueron forjando en mi una curiosidad por el mundo de la gastronomía. Y luego llegó la adolescencia donde aprendí a hacer mis primeros asados desde el balcón de mi departamento. Poco a poco se fueron juntando ambas cosas hasta que un día abrieron una parrillita a lado de mi casa.
Ahí me convertí en un gran observador de ese negocio. Miraba desde arriba todos los movimientos y sin darme cuenta absorbía lo que en un futuro se convertiría en mi gran sueño del pibe.
A los 30 años y luego de algunas experiencias previas, con la ayuda de familiares y amigos abrimos Tupé.
Increíble pensar que ya pasaron 10 años de aquel entonces, y que todos los días seguimos aprendiendo cosas nuevas y disfrutando de hacer lo que nos gusta.


